Lunes 23 de agosto
Lectura y video (Preparativos para la Pausa Evaluativa)
1) Leímos "Caperucita Roja" de los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm (Alemania)
2) Vimos el video de "Una caperucita roja" de Marjorlaine Loray (Francia)
3) Hicimos preguntas, pensamos como responderlas, nos preparamos para la pausa evaluativa.
PISTAS: ¿Cómo nos damos cuenta que la abuela quería a Caperucita?
Le cosía: delantales, guantes abrigados y la caperucita roja
Hablamos sobre diferentes versiones de Caperucita.
Volvimos a revisar el texto para localizar los engaños del lobo.
También sobre escritores que fueron registrando en sus países, como el francés Charles Perrault, los hermanos Grimm, el danés Hans Christian Andersen, el italiano Giambattista Basile y el ruso Alexander Afanasier entre otros.
Como yapa les dejamos una versión de Luis María Pescetti: "Caperucita roja tal como se lo contaron a Jorge" (la ilustración que ve el padre y lo que imagina Jorge)
Otra yapa?
Les copiamos un poema de Roald Dahl, en "Cuentos en verso para niños perversos".
Caperucita Roja y el lobo
Estando una mañana haciendo el bobo
le entró un hambre espantosa al Señor Lobo,
así que, para echarse algo a la muela,
se fue corriendo a la casa de la Abuela.
“¿Puedo pasar, Señora?”, preguntó.
La pobre anciana, al verlo, se asustó
Pensando: “¡Éste me come de un bocado!”.
Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la Abuela en alimento
en menos tiempo del que aquí te cuento.
Lo malo es que era flaca y tan huesuda
que al Lobo no le fue de gran ayuda:
“Sigo con un hambre aterradora:
¡Tendré que merendarme otra señora!”.
Y, al no encontrar ninguna en la nevera,
gruñó con impaciencia aquella fiera:
“¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva!”
__que así llamaba al Bosque la alimaña,
creyéndose en Brasil y no en España __.
Y porque no se viera su fiereza,
se disfrazó de abuela con presteza,
se dio laca en la uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.
Llegó por fin Caperu a mediodía y dijo:
“¿Cómo estás, abuelita mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!”.
“Para mejor oírte, que las viejas
somos un poco sordas”. “¡Abuelita,
qué ojos tan grandes tienes!”. “Claro, hijita,
son las lentillas nuevas que me ha puesto
para que pueda verte Don Ernesto
el oculista”, dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras se le ocurría que la chica
iba a saberle mil veces más rica
que el rancho precedente. De repente
Caperucita dijo: “¡Qué imponente
abrigo de piel llevas este invierno!”.
El lobo, estupefacto, dijo: “¡Un cuerno!
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo...? Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa”.
Pero ella se sentó en un canapé
y se sacó un revolver del corsé,
con calma apuntó bien a la cabeza
y __¡pam!__ allí cayó la buena pieza.
* * * * * *
Al poco tiempo vi a Caperucita
cruzando por el Bosque... ¡Pobrecita!
¿Sabéis lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.
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Material con fines culturales y educativos
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